Explora el esófago, estómago y duodeno mediante una cámara flexible. Permite diagnosticar gastritis, úlceras, hernias hiatales y detectar lesiones precancerosas. También se usa para tomar biopsias o detener sangrados digestivos.

Combina endoscopia y ecografía para visualizar capas internas del tubo digestivo y órganos cercanos, como el páncreas o vías biliares. Es útil para detectar tumores, evaluar su profundidad y guiar biopsias precisas.

Examina el colon y el recto para detectar pólipos, inflamaciones, sangrados o cáncer colorrectal. Es fundamental en la prevención del cáncer de colon y permite tratar lesiones durante el mismo procedimiento.

Explora el recto y el colon sigmoide (parte final del intestino grueso). Se usa para diagnosticar sangrados, pólipos o enfermedades inflamatorias intestinales. Es una alternativa menos invasiva a la colonoscopía completa.

Estudia el intestino delgado, un área difícil de alcanzar con otras técnicas. Se utiliza para diagnosticar sangrados, tumores, inflamaciones o malformaciones y permite realizar tratamientos o tomar biopsias.

Los estudios diagnósticos de este tipo generalmente requieren anestesia. Por ello, es importante que el paciente permanezca en observación durante algunas horas en el Centro Médico para su recuperación. Además, debe asistir acompañado, ya que no podrá conducir ningún tipo de vehículo ni realizar actividades que demanden concentración durante varias horas. Se recomienda guardar reposo entre 12 y 15 horas después del procedimiento.